Nos propusieron lo que ellos llaman un “sistema de armonía disciplinada” y que descansa sobre varios ejes:
- Respetar los cuatro hábitos básicos: Sueño, alimentación, higiene y orden.
Intentar hacer al menos una comida al día todos en familia, adaptándonos para ello los padres al horario de los hijos. Darles responsabilidades en el hogar (poner o quitar la mesa….) enseñándoles así que en familia se funciona como en un equipo.
- Establecer unos “límites” : nuestros hijos necesitan unas normas que les den seguridad.
- Las figuras de autoridad debemos de “ir a una”. Frases como “vas a ver cuando venga tu madre…” las debemos desterrar. Los padres y madres debemos ponernos de acuerdo, aun cuando nos equivoquemos.
- Establecer unas rutinas e intentar hacerlas más armoniosas, por ejemplo poniendo música cuando se tienen que bañar,o ir jugando nosotros con ellos mientras les acompañamos al hacerlas.
Muy interesante nos pareció también cuando nos hablaron de las “actividades contrapuestas” o la necesidad de que los niños y niñas vayan alternando en su día a día actividades de mayor desgaste físico con otras más reposadas, para mejorar su concentración y el ritmo de las rutinas que nos habían comentado antes. Y para evitar castigos, amenazas…usar “puentes” ir avisando del cambio de actividad con suficiente antelación: “ te quedan diez minutos de tele, después nos ponemos de nuevo con los deberes”.
Y por último las palabras mágicas que no deben faltar en nuestro hogar, tampoco en la pareja, en su caso: Pedir permiso, dar las gracias y pedir perdón.
Tras la exposición de nuestros anfitriones se inició un pequeño debate en el que les preguntamos cómo evitar los gritos cuando parecen ser el único “arma” para que nuestros hijos nos hagan caso.
También les preguntamos por la educación de adolescentes, a lo que Jose, que tiene una gran experiencia por su trabajo en un Centro de Acogida de Menores, nos aconsejaba “estar ahí”, estar presentes para que ellos sepan que sus padres están con ellos y disponibles para hablar. Nos gustó mucho la conclusión: “La adolescencia no es el final, es una etapa más y lo que sembremos en ella lo vamos a recoger después”.
La charla concluyó comentando la importancia del autocuidado de uno mismo y de la pareja, para que ese bienestar redunde en nuestras relaciones en casa.
¡Muchas gracias, Irene y Jose! Ha sido un auténtico placer compartir este ratito con vosotros. Esperamos poder seguir contando con Escuela de familia García para otros temas igualmente interesantes.